Evangelio del 26 de Marzo del 2017

4 Cuaresma – A (Juan 9,1-41)

PARA EXCLUIDOS

Es ciego de nacimiento. Ni él ni sus padres tienen culpa alguna, pero su destino quedará marcado para siempre. La gente lo mira como un pecador castigado por Dios. Los discípulos de Jesús le preguntan si el pecado es del ciego o de sus padres.

Jesús lo mira de manera diferente. Desde que lo ha visto solo piensa en rescatarlo de aquella vida de mendigo, despreciado por todos como pecador. Él se siente llamado por Dios a defender, acoger y curar precisamente a los que viven excluidos y humillados.

Después de una curación trabajosa en la que también él ha tenido que colaborar con Jesús, el ciego descubre por vez primera la luz. El encuentro con Jesús ha cambiado su vida. Por fin podrá disfrutar de una vida digna, sin temor a avergonzarse ante nadie.

Se equivoca. Los dirigentes religiosos se sienten obligados a controlar la pureza de la religión. Ellos saben quién no es pecador y quién está en pecado. Ellos decidirán si puede ser aceptado en la comunidad religiosa. Por eso lo expulsan.

El mendigo curado confiesa abiertamente que ha sido Jesús quien se le ha acercado y le ha curado, pero los fariseos lo rechazan irritados: «Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador». El hombre insiste en defender a Jesús: es un profeta, viene de Dios. Los fariseos no lo pueden aguantar: «¿Es que también pretendes darnos lecciones a nosotros, tú que estás envuelto en pecado desde que naciste?».

El evangelista dice que, «cuando Jesús oyó que lo habían expulsado, fue a encontrarse con él». El diálogo es breve. Cuando Jesús le pregunta si cree en el Mesías, el expulsado dice: «¿Y quién es, Señor, para que pueda creer en él?». Jesús le responde conmovido: «No está lejos de ti. Ya lo has visto. Es el que está hablando contigo». El mendigo le dice: «Creo, Señor».

Así es Jesús. Él viene siempre al encuentro de aquellos que no son acogidos oficialmente por la religión. No abandona a quienes lo buscan y lo aman, aunque sean excluidos de las comunidades e instituciones religiosas. Los que no tienen sitio en nuestras iglesias tienen un lugar privilegiado en su corazón.

¿Quién llevará hoy este mensaje de Jesús hasta esos colectivos que, en cualquier momento, escuchan condenas públicas injustas de dirigentes religiosos ciegos; que se acercan a las celebraciones cristianas con temor a ser reconocidos; que no pueden comulgar con paz en nuestras eucaristías; que se ven obligados a vivir su fe en Jesús en el silencio de su corazón, casi de manera secreta y clandestina?

Amigos y amigas desconocidos, no lo olvidéis: cuando los cristianos os rechazamos, Jesús os está acogiendo.
José Antonio Pagola
Reflexión tomada de: Buenas Noticias en los Grupos de Jesús (http://www.gruposdejesus.com/buenanoticia)

Evangelio del 19 de Marzo del 2017

3 Cuaresma – A (Juan 4,5-42)

A GUSTO CON DIOS

La escena es cautivadora. Cansado del camino, Jesús se sienta junto al manantial de Jacob. Pronto llega una mujer a sacar agua. Pertenece a un pueblo semipagano, despreciado por los judíos. Con toda espontaneidad, Jesús inicia el diálogo con ella. No sabe mirar a nadie con desprecio, sino con ternura grande. «Mujer, dame de beber».

La mujer queda sorprendida. ¿Cómo se atreve a entrar en contacto con una samaritana? ¿Cómo se rebaja a hablar con una mujer desconocida? Las palabras de Jesús la sorprenderán todavía más: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, sin duda tú misma me pedirías a mí, y yo te daría agua viva».

Son muchas las personas que, a lo largo de estos años, se han ido alejando de Dios sin apenas advertir lo que realmente estaba ocurriendo en su interior. Hoy Dios les resulta un «ser extraño». Todo lo que está relacionado con él les parece vacío y sin sentido: un mundo infantil cada vez más lejano.

Los entiendo. Sé lo que pueden sentir. También yo me he ido alejando poco a poco de aquel «Dios de mi infancia» que despertaba, dentro de mí, miedos, desazón y malestar. Probablemente, sin Jesús nunca me hubiera encontrado con un Dios que hoy es para mí un Misterio de bondad: una presencia amistosa y acogedora en quien puedo confiar siempre.

Nunca me ha atraído la tarea de verificar mi fe con pruebas científicas: creo que es un error tratar el misterio de Dios como si fuera un objeto de laboratorio. Tampoco los dogmas religiosos me han ayudado a encontrarme con Dios. Sencillamente me he dejado conducir por una confianza en Jesús que ha ido creciendo con los años.

No sabría decir exactamente cómo se sostiene hoy mi fe en medio de una crisis religiosa que me sacude también a mí como a todos. Solo diría que Jesús me ha traído a vivir la fe en Dios de manera sencilla desde el fondo de mi ser. Si yo escucho, Dios no se calla. Si yo me abro, él no se encierra. Si yo me confío, él me acoge. Si yo me entrego, él me sostiene. Si yo me hundo, él me levanta.

Creo que la experiencia primera y más importante es encontrarnos a gusto con Dios porque lo percibimos como una «presencia salvadora». Cuando una persona sabe lo que es vivir a gusto con Dios, porque, a pesar de nuestra mediocridad, nuestros errores y egoísmos, él nos acoge tal como somos, y nos impulsa a enfrentarnos a la vida con paz, difícilmente abandonará la fe. Muchas personas están hoy abandonando a Dios antes de haberlo conocido. Si conocieran la experiencia de Dios que Jesús contagia, lo buscarían. Si, acogiendo en su vida a Jesús, conocieran el don de Dios, no lo abandonarían. Se sentirían a gusto con él.
José Antonio Pagola

Reflexión tomada de: Buenas Noticias en los Grupos de Jesús (http://www.gruposdejesus.com/buenanoticia)

Evangelio del 12 de Marzo del 2017

2 Cuaresma – A (Mateo 17,1-9)

ESCUCHAR A JESÚS

El centro de ese relato complejo, llamado tradicionalmente la «transfiguración de Jesús», lo ocupa una voz que viene de una extraña «nube luminosa», símbolo que se emplea en la Biblia para hablar de la presencia siempre misteriosa de Dios, que se nos manifiesta y, al mismo tiempo, se nos oculta.

La voz dice estas palabras: «Este es mi Hijo, en quien me complazco. Escuchadlo». Los discípulos no han de confundir a Jesús con nadie, ni siquiera con Moisés o Elías, representantes y testigos del Antiguo Testamento. Solo Jesús es el Hijo querido de Dios, el que tiene su rostro «resplandeciente como el sol».

Pero la voz añade algo más: «Escuchadlo». En otros tiempos, Dios había revelado su voluntad por medio de los «diez mandamientos» de la Ley. Ahora la voluntad de Dios se resume y concreta en un solo mandato: «Escuchad a Jesús». La escucha establece la verdadera relación entre los seguidores y Jesús.

Al oír esto, los discípulos caen por los suelos «aterrados de miedo». Están sobrecogidos por aquella experiencia tan cercana de Dios, pero también asustados por lo que han oído: ¿podrán vivir escuchando solo a Jesús, reconociendo solo en él la presencia misteriosa de Dios?

Entonces Jesús «se acerca, los toca y les dice: “Levantaos. No tengáis miedo”». Sabe que necesitan experimentar su cercanía humana: el contacto de su mano, no solo el resplandor divino de su rostro. Siempre que escuchamos a Jesús en el silencio de nuestro ser, sus primeras palabras nos dicen: «Levántate, no tengas miedo».

Muchas personas solo conocen a Jesús de oídas. Su nombre les resulta tal vez familiar, pero lo que saben de él no va más allá de algunos recuerdos e impresiones de la infancia. Incluso, aunque se llamen cristianos, viven sin escuchar en su interior a Jesús. Y sin esa experiencia no es posible conocer su paz inconfundible ni su fuerza para alentar y sostener nuestra vida.

Cuando un creyente se detiene a escuchar en silencio a Jesús, en el interior de su conciencia escucha siempre algo como esto:

«No tengas miedo. Abandónate con toda sencillez en el misterio de Dios.
Tu poca fe basta. No te inquietes. Si me escuchas, descubrirás que el amor
de Dios consiste en estar siempre perdonándote. Y, si crees esto,
tu vida cambiará. Conocerás la paz del corazón».

En el libro del Apocalipsis se puede leer así: «Mira, estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa». Jesús llama a la puerta de cristianos y no cristianos. Podemos abrirle la puerta o rechazarlo. Pero no es lo mismo vivir con Jesús que sin él.

José Antonio Pagola


Reflexión tomada de: Buenas Noticias en los Grupos de Jesús (http://www.gruposdejesus.com/buenanoticia)

Ayudar a los cristianos perseguidos - Video del Papa Marzo del 2017


En muchas partes del mundo hay cristianos que son perseguidos solo por el hecho de ser cristianos. Necesitan no sólo ayuda material sino también nuestras oraciones. Unámonos al Papa en su oración por los cristianos perseguidos.

«¡Cuántas personas son perseguidas por motivo de su fe, obligadas a abandonar sus casas, sus lugares de culto, sus tierras, sus afectos!
Son perseguidos y ejecutados por ser cristianos, sin que los persecutores hagan distinción entre las confesiones a las que pertenecen.
Les hago una pregunta, ¿cuántos de ustedes rezan por los cristianos que son perseguidos?
Anímense a hacerlo conmigo para que experimenten el apoyo de todas las Iglesias y comunidades, por medio de la oración y de la ayuda material».

Enlace: https://www.youtube.com/watch?v=Dk2pfT8kkbU

Tomado del sitio El Video del Papa, una iniciativa de la Red Mundial de Oración para la difusión de las intenciones mensuales del Papa Francisco para los desafíos de la humanidad.